Explicar cómo funcionan las soluciones mom® no es fácil. Y por una buena razón: las ondas escalares que generan, estas ondas benéficas capaces de captar las ondas electromagnéticas circundantes y convertirlas, simplemente invirtiendo su polaridad, en ondas positivas favorables al desarrollo de la vida, extraen su esencia del campo de la física cuántica. Es decir, esa corriente de la física que agrupa un conjunto de teorías nacidas en el siglo XX para describir el comportamiento de los átomos y las partículas y dilucidar así ciertas propiedades de la radiación electromagnética. Los descubrimientos que la rigen son altamente matemáticos y muy sutiles en cuanto a conceptos. Dentro del mundo de lo infinitamente pequeño (las partículas elementales) y el de infinitamente grande (la Big Bang y la cosmología  cuántica), esta mecánica cuántica se despliega en todos los ámbitos de nuestra vida. Aunque nunca se ha cuestionado desde su aparición, persisten las dificultades en su interpretación, alimentadas por paradojas aún por dilucidar. Por eso la física cuántica sigue siendo un campo inacabado y en constante evolución.

Escalares, el eslabón perdido entre lo cuántico y lo clásico

Descubiertas y experimentadas por Nikola Tesla, ingeniero e inventor estadounidense de origen serbio (1856-1943), que fue el primero en poner de relieve una forma de energía «no aceptada por la ciencia convencional» », ya que ésta no es sino «una fuerza que viene de la nada, que se propaga en forma de ondas helicoidales y longitudinales, y que puede transmitirse a distancia», las ondas escalares se han convertido en uno de los hitos de la convergencia de la física clásica, la física cuántica, la biología y la medicina. Como una especie de eslabón perdido entre los niveles cuántico y clásico, permiten superar los bloqueos de la teoría relativista, abriendo perspectivas inesperadas en biología. Estas ondas, ignoradas por algunos físicos porque no responden a los criterios de medición de las ondas hertzianas o, por el contrario, citadas por otros como vectores de energía ilimitada, serían la base de la comunicación celular, en particular entre las moléculas de ADN, dotadas, como ellas, de antenas helicoidales. La comunicación celular de todos los organismos vivos, en el interior de las células y entre ellas, se produciría así por medio de una vía escalar. Por lo tanto, podemos comprender hasta qué punto estas ondas son necesarias para cualquier ser vivo y el papel esencial que desempeñan en el reequilibrio energético de su entorno celular.

La física cuántica, ¿aliada de la medicina del futuro?

Si estas ondas escalares nos atraviesan cada segundo de nuestra vida, si nutren efectivamente a todo cuerpo vivo por resonancia, haciendo vibrar u oscilar el ADN, las proteínas y los metales presentes en todo ser vivo, «domesticar» estas ondas sería una verdadera revolución en el marco terapéutico. Algunos científicos no dudan en afirmar que la medicina del mañana será física (cuántica) o no, incluso afirman que no utilizar las ondas escalares para tratar las enfermedades se consideraría como una pérdida de posibilidades de curación para los pacientes. En esta hipótesis, combinar los protocolos que incluyen la física y la contribución de las ondas escalares con las mejores prescripciones de la química sería un gran reto para los médicos. En cuanto a los investigadores de la física cuántica, tendrán que demostrar sus avances y trabajar para que las incógnitas que todavía representan las ondas escalares sean habituales para el mundo de la medicina, de modo que puedan incluirse sistemáticamente en los tratamientos.